En este último tiempo ha habido noticias acerca de alimentos o lotes de alimentos para mascotas contaminados con aflatoxina que han sido retirados del mercado. Pero ¿qué es la aflatoxina? ¿Qué provoca en los animales?

En este artículo te contamos de qué hablamos cuando hablamos de aflatoxinas, de dónde surgen, cuál es el riesgo de consumo para los animales y cómo evitarla.

La Administración de Alimentos y Medicamentos de los Estados Unidos FDA, se encuentra actualmente investigando ciertos alimentos para mascotas sobre los que se estima contienen niveles de aflatoxina peligrosos para el consumo animal. El retiro del mercado por parte de la empresa Sunshine Mills incluye alimentos para mascotas que se distribuyeron tanto dentro de los Estados Unidos como en Japón y Colombia. No obstante, los análisis y estudios sobre sus residuos y la susceptibilidad de las especies animales (especialmente domésticos, porcinos, bovinos y aves de corral) sobre la toxicidad de la aflatoxina data desde 1960.

Pero, ¿qué es la aflatoxina?

Dentro de las fórmulas de alimento para mascotas se incluyen materias primas como el maíz, la soja, el arroz, el trigo y la carne de aves, bovinos y peces. Muchas de estas materias primas, principalmente las de origen vegetal, son susceptibles a la contaminación por hongos que puede ocasionar la producción de micotoxinas. Las micotoxinas son un grupo de metabolitos secundarios producidos por varios hongos filamentosos y que pueden causar daños si se ingieren.

En este caso, la aflatoxina es un tipo de metabolito secundario (micotoxina) producido por ciertas especies de hongos. Es altamente tóxica y carcinógena (tanto para animales como para los humanos), y más para los perros que para otros animales, y se encuentra en cultivos agrícolas de maíz, maní y frutos secos de cáscara dura, como la nuez, entre otros. El hecho de que sean un metabolito secundario significa que no son necesarios para el crecimiento o la reproducción del hongo. De hecho, no todos los hongos son capaces de producir micotoxinas. Las principales aflatoxinas (AF) consisten en aflatoxinas B1, B2, G1 y G2 producidas por ciertas cepas toxigénicas de hongos Aspergillus flavus, Aspergillus parasiticus y Aspergillus nominus.

Si se encuentra presente en niveles altos en los alimentos, la aflatoxina puede desarrollar enfermedades en los animales, e incluso provocar la muerte. Los síntomas más comunes son la pérdida de apetito y energía, vómitos, ictericia y diarrea. Los animales que muestran pocos síntomas pueden incluso sufrir un daño hepático permanente.

¿Evidencias científicas?

Se han realizado diversos estudios que convergen en un mismo resultado: las dietas con concentraciones superiores a 60 μg/kg (microgramos por kilo) de aflatoxina B1 ya pueden provocar aflatoxicosis, la enfermedad causada por el consumo de aflatoxinas. Sin embargo, siempre depende de cada animal y su estado general de salud, así como de factores como la edad y el estado hormonal y nutricional.

Se ha comprobado que los animales gestantes y los de edad joven son los grupos más sensibles a la toxicidad de la aflatoxina B1.

Por otro lado, se ha afirmado que, aunque la producción de la contaminación puede ocurrir después de la cosecha bajo condiciones de almacenamiento inadecuadas, la contaminación a gran escala suele ocurrir en el campo mismo.

Incluso hay muchos hongos toxigénicos que producen micotoxinas solo en condiciones ambientales específicas en cuanto a humedad y calor: los granos almacenados con un alto grado de humedad (> 14%) a temperaturas cálidas (> 20 ° C) pueden contaminarse.

Estas condiciones permiten que se produzcan lo que se conoce como "puntos calientes" en el grano almacenado y que se contaminen con la aflatoxina. Aunque, tradicionalmente, los hongos productores de micotoxinas se han dividido en dos grupos: "de campo" (fitopatógenos) y 'de almacenamiento" (saprofitos).

Los metabolitos tóxicos secundarios de los hongos pueden representar un riesgo significativo, tanto para la salud humana y animal, si los granos utilizados para fabricar pienso (o los animales utilizados han sido alimentados con dichos granos) son colonizados por hongos toxigénicos.

Estrategias preventivas para evitar la contaminación por aflatoxinas

Los lotes de alimentos denunciados y retirados del mercado han reafirmado la necesidad de que los fabricantes de la industria dediquen más recursos a certificar la calidad de la materia prima utilizada para la producción. El desafío que se presenta es que se debe certificar que todos los productos y materias primas dentro de la cadena, desde lo que consumió la vaca o el cerdo, debe ser constatado como libre de micotoxinas carcinógenas.

Consecuentemente, la mayoría de las empresas de los Estados Unidos ya han aumentado el control de selección y abastecimiento de los ingredientes utilizados en los alimentos para mascotas: un programa de control de micotoxinas desde el campo hasta la mesa debe incluir los puntos críticos de control, lo cual requerirá de expertos en la interacción de los hongos toxigénicos con las plantas de cultivo, sus métodos de reproducción, la cosecha y las condiciones de almacenamiento actuales (y las óptimas) para evitar la propagación.

Aflatoxina en alimentos en América Latina

En Latinoamérica, las aflatoxinas se han detectado como contaminantes naturales en un gran número de productos agrícolas y en casi todos los alimentos de primera necesidad. En esta zona geográfica también se han encontrado aflatoxinas en semillas oleaginosas como el girasol y la soja y en aceites vegetales sin refinar.

El nivel de concentración de aflatoxinas aceptado en alimentos varía de acuerdo a cada país y su forma de legislar; sin embargo, se pueden encontrar ciertas similitudes y tendencias entre la Unión Europea, La Asociación de Naciones del Sudeste de Asia y el MERCOSUR.

Esto se ha realizado con el fin de armonizar y facilitar el comercio internacional.

En América Latina se ha encontrado una alta incidencia de aflatoxinas, en especial la B1 en productos agrícolas como el maíz, arroz y maní, entre otros. Y, si bien existen normativas que regulan la cantidad de micotoxinas, nos hace falta reforzarlas con resoluciones obligatorias que especifiquen concentraciones según grupo y tipo de alimentos, frecuencias de consumo y riesgo poblacional, tanto en animales como humanos.

Actualmente, los métodos de descontaminación de aflatoxinas incluyen métodos físicos, químicos y biológicos y se suelen usar en combinación cuando los alimentos y piensos ya están contaminados a fin de eliminar o, al menos, reducir la toxicidad. El método más empleado en los últimos 30 años ha sido HPLC o cromatografía líquida de alta eficacia.

Conclusión

La aplicación de un plan de trazabilidad y control 'desde la granja a la mesa' es necesario para no sólo cada uno de los productos y materias primas involucradas en el pienso para animales que llega a la boca de las mascotas, sino que también se precisa de un conocimiento específico de cada una de las etapas para poder conocer sus riesgos.

Para evolucionar y mejorar, es fundamental contar con métodos analíticos confiables para la detección y cuantificación de aflatoxinas en alimentos.

Déjanos un comentario acerca de las aflatoxinas.

Fuente: All Pet Food

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